Primero «Estados Unidos de América» (USA por sus siglas en inglés), lo que conocíamos como «Estados Unidos» puesto que estábamos todos en América, usurpa el topónimo «América» para su territorio exclusivo. No contentos con ello, se apropian también del gentilicio, y son ellos los «americanos». A los latinoamericanos, inferiores, cómo no, deben quitarle esa categoría y los convierten entonces simplemente en «latinos».
Nada nuevo en el imperialismo, en realidad. Ni siquiera el hecho de que los dominados, aquejados de esa especie de síndrome de estocolmo, asuman como propias las nuevas normas culturales que les son impuestas.
Un detalle que me resulta llamativo es que en Europa, en la Europa latina particularmente, también se refieran a los latinoamericanos como «latinos». Y es que por diferenciarse de aquéllos con quienes comparten raíces culturales se extraen a sí mismos del conjunto, y simultáneamente abandonan la denominación que ellos mismos aplicaron inicialmente. Es como una especie de tributo del viejo imperio al nuevo.
Un par de parodias al respecto que son difíciles de superar: Una escena de «La Vida de Brian» de los Monty Python («Romani, ite domum»), y un número de Peter Capusotto, «Latino Solanas»:
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