#héroeporundía
Ayer cambié el grifo del baño que estaba roto y salpicaba para todos lados, entrabas a lavarte los dientes y salías como de una competición de camisetas mojadas.
También cambié la válvula de carga de la cisterna, que se había podrido y perdía constantemente, y la válvula de descarga (vulgarmente conocida como «el botón del wáter«), porque cuando estaba cambiando la otra, se me cayó una pieza y se me fué por el inodoro… cosas del directo. (No entiendo por qué ese aparato depende totalmente de un palito de 2 ó 3cm de largo que no está sujeto por nada mas que el encaje simple en un agujerito en posición vertical). Aproveché para poner una mas moderna, de esas que tienen dos botones: para descargar toda la cisterna o para echar solo un poco, y se ahorra mucha agua.
Por supuesto que no podía ser tan fácil. Si las válvulas normales sólo se enroscan, para poner ésta tuve que desarmar toda la cisterna, y además sacar la válvula de entrada, recién instalada, pero que quedaba muy junta y no me permitía meter el brazo para atornillar de nuevo el conjunto al retrete. Los aparatos en cuestión son de marca alemana, y evidentemente diseñados por un ingeniero, porque un diseñador industrial no habría hecho tan difícil lo que antes era muy fácil. Además en la caja decía «válvula universal», pero del universo de Alemania; encajará en el retrete de Merkel, porque en el de una casa proletaria española… (no quiero ni pensar lo que hará en una casa griega). Al final tuve que improvisar bastante para que encajase, y me quedaron dos o tres piezas sueltas.
Por si fuera poco, las instrucciones eran exclusivamente gráficas (lo cual se agradece, porque si hubieran estado en alemán… mecagontó), pero en lugar de contratar a un ilustrador o a un diseñador, se ve que le encargaron los pliegos de instrucciones a otro ingeniero… Un niño de 6 años dibujaría unas explicaciones mas claras.
En fin, una mañana entretenida, como pasarme dos horas jugando al meccano.
Leyendo Diario de la galera de Imre Kertész me encontré esta reflexión con la cual estoy muy familiarizada. ¿Qué es la vida? La vida: tiempo que pasamos dedicados a cosas en gran parte superfluas. La característica principal del «santo» no es quizá la obsesión, la monomanía, sino el terror a perder el tiempo. El tiempo lleva el sello de lo insustancial, hasta que se cumple su terrible mandato, la senectud y la muerte. En Europa todo se resuelve con el trabajo o, mejor dicho, con el servicio laboral. Pasar por el paso subterráneo y darse de bruces con el trajín. ¿Adonde van tan deprisa? No es una pregunta barata referida a la muerte; se trata de que lo insustancial les resulta tan importante. Levantarse por la mañana, la higiene, la familia, los medios de transporte, ocho horas de trabajo —en su mayoría actividades insustanciales que no forman parte de la existencia—, luego la compra, más medios de transporte, un poco de diversión—que no afecte a la existencia, de ser posible—, en...
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