Ayer entré en internet y me enteré de lo que había sucedido en Pakistán. Entonces pensé en mi hermano pequeño que lleva allí un tiempo. Trabaja para alguna de esas instituciones europeas que siempre hablan de la paz y hacen cuidados estudios sobre la situación política en países desconocidos y donde siempre muere gente de forma violenta. Pensé en mi hermano que en los emails dice: «No os preocupeis que las bombas solo caen en la frontera con Afganistán». Ya a la noche me llamó mi madre para decirme que mi hermano había telefoneado y estaba bien. El se había cruzado con Benazir Bhuto esa mañana en el hotel.
Y aquí estoy yo contenta porque mi hermano con el que solo tengo en común la infancia y que ni siquiera visita mi blog, sigue vivo. Y seguirán cayendo las bombas por todo el mundo. Y seguirán haciendo estudios y hablando de paz en todos los foros políticos. Y yo seguiré maldiciendo mi suerte porque ha salido otra mancha de humedad en la pared de mi habitación. Y a mí me preocupa mi casa, mi pared y la puta mancha y el resto del mundo que se joda. ¿ O no?
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