Me sienta fatal que me despierten a la seis de la mañana con el ruido de una taladradora, una apisonadora, un camión escupiendo asfalto y un pitido sonoro e intermitente. Me pone de muy mala hostia. Eso me sucedió el miércoles pasado. A las 23 horas del mismo día volvieron a retomar las obras hasta la una y pico de la madrugada, y el jueves lo mismo, y ayer estuvieron en otras calles hasta las 3 de la mañana. Y aunque a algunos les parezca bien o lo justifiquen, a mi no me parece de recibo que me vendan que me tengo que sacrificar. Cuando vea que a las seis de la mañana le tocan los cojones al alcalde o a los directores de los bancos, entonces me lo creeré. Mientras tanto exijo que mi sueño valga lo mismo que el de los que tienen pasta para no vivir en el centro. Y la dirigenta vecinal que hable solo por ella, ¡carajo! No soporto el papanatismo de cuando te venden algo como la única solución posible (para ellos, claro).
Me sienta fatal que me despierten a la seis de la mañana con el ruido de una taladradora, una apisonadora, un camión escupiendo asfalto y un pitido sonoro e intermitente. Me pone de muy mala hostia. Eso me sucedió el miércoles pasado. A las 23 horas del mismo día volvieron a retomar las obras hasta la una y pico de la madrugada, y el jueves lo mismo, y ayer estuvieron en otras calles hasta las 3 de la mañana. Y aunque a algunos les parezca bien o lo justifiquen, a mi no me parece de recibo que me vendan que me tengo que sacrificar. Cuando vea que a las seis de la mañana le tocan los cojones al alcalde o a los directores de los bancos, entonces me lo creeré. Mientras tanto exijo que mi sueño valga lo mismo que el de los que tienen pasta para no vivir en el centro. Y la dirigenta vecinal que hable solo por ella, ¡carajo! No soporto el papanatismo de cuando te venden algo como la única solución posible (para ellos, claro).
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