Hoy me entero, pispiando el blog de Medusa Azul, que en Argentina van a juzgar en juicio oral y público a una mujer por «apoderarse ilegítimamente de cinco paquetes de queso rallado marca La Serenísima, de 150 gramos cada uno, y una lata de cera marca Suiza». Y esto aparentemente ha sido «sin ejercer fuerza en las cosas ni violencia física contra las personas». O sea, porque se llevaba 5 sobres de queso en el bolsillo. Por ese delito se enfrenta a una pena de 1 año de cárcel. Supongo que se ha tenido en cuenta que eran de la marca «La Serenísima» uséase, de calidad.
Por supuesto que la justicia es sorda y ciega, porque resulta irrelevante que semejante minucia le fuese sustraída al supermercado Coto, símbolo de transparencia y honestidad.
Me siento mucho mas seguro ahora que sé que sobre los ladrones de queso rallado caerá todo el peso de la ley. Por fin se hace justicia. Yo todavía estoy esperando que cojan al chorizo que me robó los cromos cuando iba a 5 grado, ahora he recuperado las esperanzas.
No es un caso aislado. Cuando todos pensábamos que la justicia argentina (y no solo la argentina), se dedicaba a rascarse el ombligo mientras la seguridad nacional se venía abajo, también es juzgado un hombre por robar la funda de una cámara fotográfica. «los jueces descartaron la «insignificancia» del objeto y tuvieron en cuenta que «había vulnerado el derecho de propiedad, más allá del valor económico del bien.» «
Así es como se hace justicia, carajo. Da igual que robes los ahorros de toda la vida de miles de personas, o que robes una bolsa vacía, debes pagar por ello. Eso es justicia, sí señor. Todavía falta pulir un poco el sistema judicial, porque ambos, al cometer exactamente el mismo delito (robo) deberían tener exactamente la misma pena. Sin embargo los últimos van a la cárcel durante un año, mientras que los otros se van a una isla tropical el resto de su vida.
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