Esta madrugada me llamó una amiga, a las tantas de la noche, para quejarse del concierto santiagués de Serrat y Sabina. Protestaba porque habían acabado antes del tiempo, también porque había pagado cara la entrada y no tenía espacio para mover una mano en la plaza del Obradoiro… Aún encima, alguién le recriminó que tarareara las canciones al tiempo que los cantantes actuaban. Pero lo mejor de la protesta de mi amiga fue cuando alegó en su defensa:
«Yo que soy una fan de toda la vida, que les sigo en todos los conciertos, que me he comprado una taza del merchandising que me costó 10 euros, que jamás he pirateado sus cds…»
Y ¿qué espera uno cuando se empecina en mitomanías y no ve la realidad del mercado? Estas cosas pasan cuando pones a alguien por encima de los demás y te niegas a racionalizar sus actos. Yo también he ido en otros tiempos a conciertos de Sabina y Serrat, he comprado sus discos, me he enfadado en conciertos donde nadie pedia bises, donde Sabina se largaba y te dejaba actuando media hora a los de su banda (muy guay, pero yo pagaba por escucharle a el), donde la gente snob te miraba mal si tarareabas las canciones….
Lo que me extraña de mi amiga es que no caiga de la burra, que siga adorandolos sin analizar sus actos (y me refiero al mercadeo). Y es que algunos necesitan los mitos. Mitos construidos por la gente que gustaba de algo y que la industria discográfica, y los medios están interesados en agrandar más y más.
Yo también tengo mis mitos, pero cada cierto tiempo les hago un examen de coherencia, algunos pasan y otros se quedan ahí tirados.
En la página web de El correo gallego dicen que la lluvia se cargó el concierto, pero las opiniones de los lectores del mismo diario son bien distintas y aluden a una mala organización.
Y puesto que tenemos «perdidos temporalmente» los archivos del viejo Ylogico, me citaré a mi misma:
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